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Alternativas ventajosas de distanciamiento en la siembra de maíz

Alternativas ventajosas de distanciamiento en la siembra de maíz

El distanciamiento en maíz normalmente sigue los patrones clásicos de 52 y 70 centímetros de espaciamiento entre hileras. Sin embargo, gracias a los ensayos realizados por especialistas de INTA, la distribución puede variar, estrechando líneas y obteniendo beneficios más allá del rendimiento.

En la Argentina, predominantemente el maíz se implantó siempre a 70 centímetros de distancia entre hileras. Sin embargo, con el advenimiento de algunas máquinas destinadas a sembrar soja a 52 centímetros, se comenzó a difundir ese distanciamiento en la siembra de maíz, aprovechándose también de la fabricación de plataformas maiceras con esa característica.

“Fue un gran avance, sobre todo para los productores que vieron la posibilidad de desarrollar la siembra de soja y maíz con una sola máquina. Lo único que debían hacer era cambiar placas”, dijo el ingeniero agrónomo Luis Ventimiglia, especialista del INTA 9 de Julio.

Vale aclarar que en soja, las siembras se fueron estrechando cada vez más, máxime en variedades sembradas más tarde o en cultivos de segunda. “Hoy conocemos configuraciones de 36 y 45 centímetros de distancia en soja.
“Con el paso del tiempo estos distanciamientos se siguen acortando con claros ejemplos de 23; 21; 19 y hasta 17,5 cms. Esto depende del ambiente y el tipo de máquina con la cual el productor trabaja”
Respecto a maíz, las siembras entre 70 y 52 son las más difundidas dentro de la región pampeana. Sin embargo hay más alternativas para tener en consideración. “En los últimos años comenzamos a experimentar la siembra de maíz con espaciamientos no tradicionales de 87, 35 y 46 centímetros entre hileras”, destaca el entrevistado.

Logros de nuevos estándares
Con las nuevas alternativas, los especialistas lograron medir intercesión lumínica, para obtener mayor cantidad de biomasa, que indudablemente se suma al resto de los factores que afectan el rinde y así lograr mayores producciones.

“En estas experiencias comprobamos que a medida que ampliamos los distanciamientos en maíz la intersección lumínica es menor, midiéndola en el período crítico del cultivo entre R1 y R2”, enfatizó Ventimiglia.

Además, en relación al rendimiento, el especialista coincidió que la distancia de 35 centímetros entre surcos fue la que logró mejores rindes en los trabajos a campo.

El estudio agrega que la posibilidad de acortar la distancia entre hileras, dentro de un mismo espaciamiento, permite obtener una distribución más homogénea dentro del área a sembrar.

“Esta condición brinda la posibilidad a las plantas de explorar un ambiente aéreo y radicular con menor competencia interplantas, disponiendo cada una de ellas una cantidad de recursos más homogéneos”, explicó el técnico del INTA.

Por otro lado, dado que el espaciamiento más estrecho permite cubrir el suelo más rápido, posibilita una serie de ventajas, por ejemplo, competir mejor con las malezas, evitar la evaporación del agua, favorecer que el agua se transpire y de esa manera se convierta en fotoasimilados, usar mejor los recursos, alcanzar un índice de área foliar crítico más temprano, entre otros factores.

Las densidades
La densidad de siembra sufre variaciones importantes de acuerdo al ambiente en el cual se lo cultive y a la fecha de siembra, pudiendo variar de entre 25 y 30.000 plantas en los ambientes más restrictivos, a más de 100.000 plantas en los mejores ambientes y siembras tempranas.

“Es una tarea pendiente hacer un ensayo de híbridos de maíz implantados con diferentes densidades en distintos espaciamientos”, reconoce el profesional de la Agencia 9 de Julio del INTA. Sin embargo sostiene que trabajando con diferentes materiales de ciclos cortos, largos e intermedios se pudo comprobar un aspecto relevante.
“La distancia de 35 centímetros entre hilera siempre se mostró muy competitiva a los demás espaciamientos tradicionales del cereal. Pero hay que tener en cuenta que la siembra sea realizada de manera uniforme y contar con una sembradora que plante la semilla en el lugar correcto”, explicó.

Mayor cobertura y menos malezas
Algo no menor, es la cobertura de suelo que se logra con la siembra en surcos estrecho y máxime si se emplean densidades altas de siembra. En estos casos a los 20 días de la emergencia, el lote está totalmente cubierto.

“Está es una práctica de manejo que perimiría aliviar el efecto negativo que causan las malezas. Lógicamente, que se deberían emplear igualmente herbicidas residuales, pero el desarrollo vigoroso del cultivo, cubriendo toda la superficie e impidiendo la llegada de luz, se torna en un aliado indiscutido para que las semillas de malezas no puedan germinar cuando el efecto del herbicida residual haya finalizado”, manifestó el ingeniero agrónomo.

Si bien en los ensayos las malezas no fueron un problema para ningún tratamiento, sí se observó a cosecha, una mayor población de malezas en los surcos más abiertos que en los más estrechos. Estas plantas pudieron germinar cuando el cultivo ya se había “entregado” y la luz comenzó a llegar al suelo.

“Se debe seguir trabajando de una manera que permitan integrarse prácticas como la descripta en la siembra de maíz, tratando de no resignar rendimiento, utilizar una menor cantidad de herbicidas y contrarrestar más eficazmente el efecto negativo de las malezas”, dijo.

Además detalló que nuevas experiencias a realizarse en próximas campañas aportarán más datos sobre el tema.

Agro Avisos